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La biomasa aporta el 60% de todo el consumo de energía renovable en la UE.

La situación energética internacional y la creciente conciencia medioambiental de la sociedad actual parecen señalar a un repunte de la importancia de la biomasa como fuente energética en el que la Unión Europea pretende colocarse a la cabeza. Es por eso que la bioenergía, se ha convertido en un sector pionero en la Unión Europea al crear e implementar sistemas de suministro sostenibles. De hecho, es la única fuente de energía amparada por el proceso de desarrollo obligatorio de ley que no tiene equivalente a ningún otro producto energético, material o alimentario.

Desde el principio, la industria ha recibido estos estándares con satisfacción y responsabilidad, ya que fortalecen el papel de la bioenergía en la protección del clima y brindan seguridad a los usuarios e inversores. La UE apoya el uso de biomasa leñosa procedente de fuentes sostenibles como fuente de energía renovable. Y esto es así porque en Europa, el suministro de madera y biomasa a la industria está estrictamente controlado, lo que garantiza la sostenibilidad.

A pesar de lo que algunas personas piensan, el uso de la bioenergía de cualquier manera no conduce a la deforestación. De hecho, promueve todo lo contrario. Los árboles que son demasiado jóvenes, deformados o enfermos para ser utilizados en la industria maderera crecen en los bosques, pero pueden utilizarse para producir energía sostenible. En el sector forestal, está claro que distribuir árboles baratos para la producción de energía renovable que sustituya a los combustibles fósiles puede pagar el coste del desarrollo y las mejoras de los bosques europeos a largo plazo.

Según los últimos datos de la FAO, la superficie forestal de Europa ha aumentado un 47% desde 1990:
en los últimos 30 años los bosques han aumentado en 482.000 hectáreas por año. Esto equivale a 1,3 campos de fútbol por minuto. De esta forma se demuestra que el sector de la bioenergía es un ejemplo de bioeconomía viable que aporta beneficios ambientales y socioeconómicos a las zonas rurales.

Las emisiones de los combustibles fósiles son más dañinas para el medio ambiente en comparación con las emisiones de biomasa. La principal diferencia entre las dos fuentes de energía está en el ciclo del carbono. Mientras que la quema de combustibles fósiles agrega carbono a la atmósfera que no puede ser absorbido completamente por los sumideros naturales, las emisiones de la quema de bosques son mitigadas por el crecimiento de los árboles que producen los combustibles.

Actualmente la biomasa es la mayor fuente de energía renovable en Europa, es responsable del 60% de toda la energía que se puede utilizar en la UE, lo que representa el 10,3% del consumo total de energía. En 2018, la bioenergía en la UE-28 reportó una reducción en la producción de 310 millones de toneladas de CO2 equivalente, lo que equivale al 7% de la producción de gases de efecto invernadero de este año.